Visión

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lunes, 16 de abril de 2007

La Catedral


Dos mujeres caminan por la orilla de una playa, sus vestidos azotados por el viento dibujan sus cuerpos, caminan muy juntas tratando de mitigar el frío de una tormenta que amenaza caer en cualquier momento, las olas enormes hacen el paisaje aún más triste y desolador. Van de prisa, no tienen mucho tiempo deben llegar antes de que la noche caiga. A lo lejos incrustada en un enorme acantilado una catedral a penas se distingue, deben llegar pronto, se encorvan aún más para luchar contra el viento y hacer su caminar más rápido. Agotadas llegan hasta el enorme portal, es angosto pero muy alto, todo en esta iglesia es demasiado alto, desafía la gravedad y da la impresión que se derrumbara sin dar aviso.
Golpean la puerta lo más fuerte que pueden, no hay respuesta, vuelven a golpear en forma insistente y después de un largo rato se escuchan unos pasos penosos en el interior, la puerta se queja de ser abierta, un enorme y obeso cura se asoma frente a ellas mirándolas con desprecio y altanería, sin decir una palabra les hace una seña de consulta, las mujeres sólo hacen una pregunta… ¿la niña?, el cura cierra la puerta y vuelve después de largos minutos, las hace pasar y les pide, con una voz infantil, totalmente desacorde con su enorme cuerpo, que lo esperen en silencio sin interrumpir nada.
El interior de la Catedral es aún más tenebroso que su exterior, sus altas paredes de un color verde musgo causado por la humedad, están dibujadas con figuras desagradables causadas por el chorreo del agua del exterior, carecía de ornamento y las ventanas se ubican el la parte más alta, así que la escasa luz que penetra jamás llega hasta abajo. El eco que se produce es extremadamente sensible, hasta la respiración se escucha muy fuerte, así que el canto de los monjes se hacía casi insoportable. Inmóviles las mujeres esperan hasta que el cura vuelve, y con esa voz desagradable les dice que aún tienen tiempo.

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